lunes, 30 de mayo de 2011

El hombre que escondía una fiera

Su entorno define a Álvarez como una persona introvertida, celosa y poco social




Imagen de José Manuel Álvarez, acusado del triple crimen de Degaña. | TPA

Acercarse la historia de José Manuel Álvarez con el objetivo de entender cómo se puede descender hasta un punto tan bárbaro de locura es labor imposible. No hay justificación para un crimen como el que presuntamente cometió hace una semana este vecino de Caboalles, en la actualidad en prisión provisional sin fianza acusado de cometer tres delitos de homicidio consumado y dos en grado de tentativa, uno más de allanamiento de morada, otro de atentado contra la autoridad (al embestir en su huida a una patrulla de la Guardia Civil) y daños.

El triple crimen de Degaña (Asturias) se quedará en la mente de asturianos y bercianos probablemente como la mayor atrocidad jamás escuchada.

Un hombre, un padre de familia, iba con sus hijos a votar en el día de las elecciones municipales, los llevaba como un domingo cualquiera en casa de su ex mujer, abandonaba el lugar y regresaba a las cinco de la madrugada supuestamente con un machete en la mano y la voluntad ciega de terminar con cinco vidas.

Pudo hacerlo sólo con tres. El presunto homicida arrancó la vida a Jorge Marqués, que en la actualidad era novio de su ex mujer, Silvia Brugos. También la del padre de ésta, Manuel Ángel Brugos Álvarez, de 61 años, y la del hermano de Silvia, Roberto Brugos, de sólo 33 años. A Silvia y a su madre, Alicia Rodríguez, les provocó numerosas heridas, pero ambas se mantienen con vida. Y todo ello, en presencia de sus dos hijos, de seis y once años, Sergio y Marta.

Su huida duró poco, ya que la Guardia Civil lo detenía sólo unas horas después en el berciano municipio de Toreno. En aquél momento, la sociedad, su familia y sus vecinos tomaban consciencia de lo que José Manuel Álvarez acababa presuntamente de hacer.
Caboalles de Abajo
Desde entonces, Caboalles de Abajo es un hervidero de comentarios, algo propio de un suceso de semejante calado y máxime en un pequeño pueblo de sólo 1.300 habitantes. Nadie, ni vecinos ni familia, se explica lo ocurrido.

La vivienda familiar, donde José Manuel vivía con su madre tras la separación de Silvia dos años atrás, permanece cerrada sin atisbo de vida en su interior. Dicen en el pueblo que su madre ya era una mujer nerviosa, un agravante más que poco ayuda a digerir una situación como la que tiene ante sí.

José Manuel no tenía apenas amigos. Al menos eso se dice en el pueblo. Un compañero del colegio, con el que el presunto homicida compartió hasta el quinto curso de EGB, cuenta que lo recuerda como "un chico normal, pero que se relacionaba poco con la gente, ya de niño". Asegura que no salía apenas de su casa, que no alternaba por los bares, como es tradición en el pueblo, y ni siquiera se dejaba ver por ellos a la hora de tomar el café o jugar la partida.

Un hombre introvertido, sin un círculo de amigos. "Era raro, pero no conflictivo. Él iba a lo suyo, en su casa del barrio del Cristo y poco más. Yo no le conozco ni una riña, ni siquiera de la escuela", dice el que fuera su compañero. "Sé que tuvo problemas con las drogas en su juventud, pero que consiguió dejarlo. Aquí todo se sabe, porque es un pueblo pequeño y te enteras de todo. Es como cuando se separaron él y Silvia, te enteras porque aquí todos nos enteramos", cuenta.

Una amiga de Silvia apunta un dato más sobre la personalidad de José Manuel Álvarez. Ella dice que era "celoso" cuando estaba con Silvia. "Me llevaba bien con Silvia, sobre todo cuando vivía aquí, ahora ya menos. La conocía de aquí del pueblo, porque ella estaba en la asociación de madres y padres de alumnos y yo trabajaba en el colegio haciendo la limpieza. A Silvia le complicaron mucho la vida durante su matrimonio. Ella comentaba que tenía problemas con José Manuel, que no estaba bien y que no se entendía con su suegra. El debía de ser bastante celoso. Lo que ha hecho no tiene perdón de Dios", dice indignada.
Amigos de la infancia
Fue precisamente en ese colegio, al que fue en la infancia José Manuel y posteriormente sus dos hijos, el colegio La Devesa, donde Silvia conoció al que en la actualidad era su pareja. Allí, Jorge Marqués daba clases de Educación Física, la misma tarea que desempeñaba en el colegio de Matarrosa del Sil hasta que la brutalidad le arrancó la vida.
La familia de José Manuel, incluso la más lejana, permanece en silencio. Hijo único, en el pueblo sólo se relacionaba con su madre, sus hijos y algún tío y primos. Sin embargo, algunos no quieren ni oir hablar del caso. «No tengo nada que hablar de esto», dice un primo suyo.


http://www.elmundo.es/elmundo/2011/05/30/leon/1306746898.html

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