sábado, 7 de agosto de 2010

Y VAN.........

Donde manda el revólver

Muerte en barrio San Lorenzo

El homicidio se cometió a la luz del día y a cara descubierta. Buscan a un adolescente que ya mató a un policía.

José Luis Pagés

jpages@ellitoral.com

Investiga la policía un crimen cometido ayer en San Lorenzo, un barrio donde parece mandar la ley del revólver.

Oscar Emanuel Díaz -la víctima de 22 años de edad-, regresaba del trabajo cuando fue atacado a balazos.

En Chile al 1200 -ante la puerta de su casa-, Díaz fue alcanzado en el vientre por uno de varios proyectiles.

Yanina Cámara fue en auxilio de su primo y consiguió que una camioneta lo retirara de la escena.

Malherido y en estado agónico Díaz pasó a una ambulancia del Cobem que lo esperaba 300 metros al este.

El muchacho ingresó al hospital, pero allí murió a causa de una profusa hemorragia interna.

En ese punto la investigación pasó de la Subcomisaría 10a. a la Sección Homicidios.

En calle Chile al 1200 se dijo que fueron dos los motociclistas que aguardaron el regreso de la víctima.

Entre esos dos criminales algún vecino dijo haber reconocido a un adolescente que mató a un policía.

El señalado sería el mismo individuo que en diciembre asesinó al oficial Antonio Flores, en barrio Roma.

Esta mañana otras versiones lo pusieron en duda, pero el propio jefe de la URI, Comisario José Troncoso, dijo que la atención de los pesquisas estaba concentrada en ese menor.

Los investigadores de la URI trabajaban ahora alrededor de la tristemente famosa “banda del pasillo”.

La escena donde se desarrolló la tragedia, tanto como sus protagonistas -merece especial atención-, también las circunstancias determinantes del crimen.

San Lorenzo, de Chile al oeste, es tierra de nadie. Los vecinos describen ese espacio con las mismas palabras que pintarían un cuadro de guerra.

La inseguridad los dejó sin transporte público y las ambulancias no pasan de San José si no tienen custodios. En pleno día los proveedores no van más allá de esa calle si no es con un policía en la plataforma del camión.

Recordemos que en calle Entre Ríos un agente perdió la vida, baleado en esas circunstancias, y otro murió acribillado cuando cuidaba de una obra pública.

Embarazadas -algunas a término-, salen caminando penosamente para encontrarse con el taxi o la ambulancia que las espera cerca de la escuela Echagüe.

Hasta los cadetes de las casas de comida y peor aún, los cadetes de las farmacias, concertan citas con los vecinos que cuentan en su nómina de clientes.

No demasiado lejos del barrio, pero tampoco cerca, esas citas permiten salvar las emergencias en distintas horas del día, o de la noche.

En pocas palabras los violentos partieron el barrio en dos y la mayoría de sus habitantes vive aislada del resto de la ciudad.

Estas y otras circunstancias explican por qué dos asesinos pudieron demorarse en la espera de su víctima y la mataron después a plena la luz del día y a cara descubierta.

También permite entender, tan calamitoso cuadro, por qué el herido debió salir en la caja de una camioneta para pasar a una ambulancia, fuera del vecindario.

La gente del lugar coincide al decir que algo cambió. “El vecino no se toca”, se decía antes. “Ahora -lamentan-, el código es otro”.

En ese escenario Díaz coincidió fatalmente con sus victimarios, cuyas identidades y actual paradero, como las circunstancias que impulsaron la acción homicida, investiga la policía.

Una línea imperceptible separa buena parte del barrio del resto de la ciudad.

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